El atleta alemán Klaus Wolfermann, campeón olímpico de lanzamiento de jabalina en un apasionante concurso en los Juegos de Munich (1972), murió este miércoles 18 de diciembre a los 78 años.
Wolfermann, quien también fue recordman del mundo, compitió en la Argentina en 1973 durante el recordado torneo Pierre de Coubertin, que organizaba el Club Atlético Sudamérica. Fue un auténtico lujo recibirlo en la pista del Parque Chacabuco, donde protagonizó un duelo memorable con otro astro de la especialidad – y también ex recordman mundial- el finés Jorna Kinnuen.
Wolfermann nació el 31 de marzo de 1946 en Altdorf, una pequeña ciudad cercana a Nurembreg.
El padre de Wolfermann era gimnasta y por eso Klaus comenzó practicando ese deporte, a la par del handball. Pero a los 14 años Wolfermann fue detectado como un talento para el lanzamiento de jabalina y lo llamaron “el pequeño gigante con el brazo de oro”. Medía apenas 1.76 m. de estatura, pero compensaba con su velocidad y potencia. Y también, con un duro y dedicado trabajo en el deporte.
En los Juegos Olímpicos de México (1968), donde triunfó el letón y representante de la entonces Unión Soviética, Janis Lusis, superando a Kinnuen en su último intento, Wolfermann no atravesó la clasificación.
Pero cuatro años más tarde, el alemán ya era uno de los especialistas que superaba los 90 metros con el implemento que se utilizaba en esa época (el reglamento cambió en 1986 al moverse el centro de gravedad de las jabalinas).
En vísperas de Munich, Lusis se mantenía como favorito al establecer un récord mundial de 93.80 metros en Estocolmo.
La competencia de jabalina en el Estadio Olímpico de Munich fue apasionante. Un disparo de Wolfermann de 90.48 metros en la quinta ronda le dio la victoria sobre Lusis, por apenas dos centímetros.
Lusis estaba como líder hasta aquel momento ya que había arrancado con 88.88, siguió con un nulo y colocó 89.54 en el tercer intento. Wolfermann había marcado 86.68 en el inicial, 85.14 en el segundo, nulo en el tercero y una progresión hasta 88.40 en el cuarto. El quinto le dio la victoria y cerró con 84.70. La expectativa era el último disparo de Lusis, la jabalina aterrizó casi en la marca de Wolfermann y todo se dilucidó a través del tablero electrónico, había quedado a sólo 2 cm… La medalla de bronce fue para el estadounidense Willy Schmidt con 84.42, postergando también ajustadamente a al finés Hannu Siitonen (83.32).
“Sabía que Lusis estaba en plena forma, venía de batir el récord. Era un modelo de concentración, un hombre con nervios de acero y que había ganado en los Juegos Olímpicos de México con su último intento. Yo tenía curiosidad por saber si podría batirlo esta vez. En realidad, mi objetivo era simplemente conseguir una medalla, pero de repente había vencido al lanzador más fuerte y dominante, mi modelo absoluto a seguir”, recordó Wolfermann.
Wolfermann y Lusis se saludaron cálidamente luego de ese duelo ya que mantenían una relación de amistad. «Perdón, lamento haber ganado», le dijo Wolfermann. Lusis respondió “No importa, ya gané en México».
Wolfermann fue el segundo alemán en lograr un oro olímpico en jabalina, ya que 36 años antes y también como local, en Berlin, Gerhard Stock se había consagrado campeón, aventajando a los fineses Yrjö Nikkanen y Kalervo Toivonen.
Ese 3 de septiembre de 1972 fue un día de celebraciones para los locales que lo recordarían como “El domingo dorado”, ya que también Hildegard Falck ganó los 800 metros llanos y Bernd Kannenberg, la marcha de los 50 kilómetros mientras que Heide Rosendahl fue subcampeona del heptathlon. Dos días más tarde llegaría la tragedia con la masacre de los deportistas israelíes, enlutando todos los Juegos. Entre los asesinados estaba el levantador de pesas Josef Romano, con quien Wolfermann había entrenado semanas antes.
La victoria olímpica en Munich fue un aliciente fundamental para la campaña de Wolfermann quien, al año siguiente, también se apoderó del récord del mundo. El 5 de mayo en Leverkusen alcanzó la mejor marca de su vida con 94.08 metros, batiendo el registro de Lusis. El récord de Wolfermann recién fue mejorado en los siguientes Juegos Olímpicos en Montreal por otra leyenda de la disciplina, el húngaro Miklós Nemeth con 94.58 metros. Nemeth era hijo de otro campeón olímpico (Imre, oro en martillo en Londres 1948) y a su retiro de las pistas, Miklos se convirtió en el más renombrado fabricante de jabalinas.
Wolfermann llegó como una auténtica estrella a nuestro país en octubre de 1973 para el Pierre de Coubertin. La competencia de jabalina fue televisada por Canal 7 y se desarrolló el domingo 28 ante una multitud, asombrada al ver por primera vez lanzamientos cercanos –o aún superiores- a los 80 metros, distancias inimaginables en esa época y en nuestro medio. Además de Wolfermann nos visitaba Jorna Kinnuen proveniente de la “patria de los lanzadores de jabalina” y con antecedentes de su medalla de plata olímpica en México, el sexto puesto en Munich y un récord mundial logrado el 18 de junio de 1969 en Tampere con 92.70 metros.
Kinnuen fue el vencedor en Buenos Aires con 80.80 metros y Wolfermann quedó segundo con 76.58. El bahiense Néstor Pietrobelli –quien poco después se iba a apoderar de la plusmarca argentina- fue tercero con 62.80, cuarto quedó otro destacado valor como Rafael Difonzo con 59.50. Y aún a sus 46 años todavía competía nuestro más importante lanzador de jabalina de la historia (junto a Braian Toledo), el gran Ricardo Heber, quien mantenía el tope nacional con 71.04 desde 1951. Heber quedó 7° en ese concurso inolvidable en el Parque Chacabuco con 53.84 metros.
Una lesión en el brazó le impidió a Wolfermann competir en Montreal y lo consideró como “una de las horas más tristes” de su vida. Se retiró del atletismo tras haber ganado, también, en seis oportunidades el título nacional. Probó suerte en otros deportes como el bobsleigh –fue 5° en la Copa Europea de 1979- y más adelante formó su propia agencia de marketing. También realizó numerosas obras solidarias y presidió un club, el FC Olympia.
Después de terminar su carrera competitiva, Wolfermann siguió vinculado al deporte a través de su agencia de marketing. En 2016 pudo disfrutar del tercer triunfo de un jabalinista alemán en los Juegos, en este caso Thomas Rohler en Rio de Janeiro.
“Con Klaus Wolfermann el atletismo alemán pierde a una gran personalidad que no sólo se proclamó campeón olímpico en los Juegos de Munich de 1972 en una inolvidable competición de lanzamiento de jabalina, sino que también fue uno de los atletas más populares y fue nombrado Deportista del Año. en Alemania en 1971/1972. La Asociación Alemana de Atletismo y sus federaciones regionales lamentan la pérdida de un gran embajador del principal deporte olímpico. La DLV desea a la familia de Wolfermann y a todos sus allegados mucha fortaleza en los momentos difíciles”, afirmó este miércoles Idriss Gonschinska, presidente de la federación atlética alemana (DLV).