El atletismo español es hoy una potencia de primer orden en Europa y, en muchos casos, hasta en nivel mundial. Pero en las décadas del 60 y 70 recién asomaba a los primeros planos. Y una de sus grandes figuras de aquel momento fue el fondista Mariano Haro-Cisneros quien, además, se convirtió en asiduo competidor de nuestras figuras de la época, principalmente Osvaldo Suárez y Domingo Amaison.
Haro-Cisneros, 4° clasificado en los históricos 10 mil metros llanos de los Juegos Olímpicos de Munich donde Lasse Viren estableció el récord del mundo, falleció este sábado 27 de julio a los 84 años en el Hospital Río Mayor, en Palencia. “Pionero de nuestro atletismo, leyenda de nuestro deporte” señaló el comunicado de la Federación Española (RFEA), recordando que Haro logró 27 títulos nacionales, once de ellos en cross country. En esa disciplina fue subcampeón mundial en cuatro oportunidades consecutivas, entre 1972 y 1975. Fue en lo que se conocía como Cross de las Naciones, realizado en las ciudades de Cambridge, Monza, Waregem y Rabat respectivamente. Allí, como en las grandes citas de pista, llevaba el esfuerzo de las carreras, pero se veía superado en los tramos finales por su falta de velocidad. “Así sufrió una frustración tras otra. Por mucho que forzase la marcha, y a fe que lo hacía, siempre había alguien que aguantaba y lo superaba en los últimos metros”, escribió Carlos Toro.
Pero Haro estableció récords españoles en casi todas las distancias desde 1.500 metros hasta 20 km.
Domingo Amaison -quien recientemente cumplió 90 años- escribió: “Se marchó para siempre un querido amigo de la vida y del atletismo. Nos conocimos compitiendo en los Iberoamericanos de Madrid en 1962 y desde entonces mantuvimos una fuerte y amigable relación, hasta que enfermó hace tres años”. Recordó que “en 1964 compartimos una estadía de entrenamiento en Suecia y otra en Font Romeu, en Francia, para prepararnos en altitud. Me deja grandes recuerdos de su amistad y los duros entrenamientos que hacíamos. Tuve la oportunidad de acompañarlo varias veces en su querida ciudad de Palencia”.
“Un genio de la meseta pobre de los años 40, con más escuela en la calle y en el monte que en las aulas, que le dice un día, en una recepción a Cela, “don Camilo, quién pudiera escribir como tú”. Y el Nobel le responde, “Mariano, lo verdaderamente difícil es correr como tú, ya me gustaría a mí, ya me gustaría”, escribió Carlos Arribas en El País.
También Arribas cuenta las divertidas anécdotas que dejó Haro: “Fue la inteligencia natural. Trabajaba de conserje en el edificio de Sindicatos (el sindicato vertical de Franco) en Palencia y cuando viajaba nunca se olvidaba de mandarle una postal a su jefe, a quien no le gustó nada leer en la prensa unas declaraciones del atleta desde México, cuando estuvo en el preolímpico de 1967. Un periodista local le había visto gesticulando animadamente con algunos atletas soviéticos, entre ellos Kudinsky, el obstaculista de 3.000m, y le preguntó si hablaba ruso. Haro, que trapicheaba con los rusos la compraventa de máquinas de fotos sólidas, le respondió que por supuesto, y le hizo de intérprete inventándose, claro, todas las respuestas, pues no tenía ni idea. Agradecido, el periodista terminó haciéndole una entrevista a él. “¿Usted trabaja, don Mariano?”, le lanzó. Y Haro, con sorna, le respondió: “No, no, yo estoy en Sindicatos”. Y llegó a México 68 con la maleta hasta arriba de mantillas españolas para vender a otros atletas. Sus mejores agentes comerciales fueron las mujeres de la limpieza, que todas las mañanas le reclamaban más género, pues se las quitaban de las manos atletas de todos los países”.
Y lo definió así: “Haro fue la picaresca y la fantasía. La lucha por la supervivencia, que era la vida de todos, la convirtió en un arte y en algo más, en un trampolín. “Fue el Lazarillo de Tormes del atletismo”, lo describe Calleja. “Sin apenas saber leer y escribir, pero con un arte único para la vida conquistó el mundo y llegó a ser alcalde de su pueblo, Becerril de Campos, entre 1979 y 1983, con la democracia. Era la inteligencia de la vida”. Nació en Valladolid de casualidad, de una madre que trabajaba al servicio de una familia y de un padre albañil, maestro en el arte de poner ladrillos para hacer bóvedas perfectas en las bodegas y amante de las carreras pedestres.
Aunque nació en Valladolid el 27 de mayo de 1940, su vida desde la infancia estuvo ligada a la localidad de Becrril de Campos, en Palencia (donde más adelante llegaría a ser alcalde, entre 1979 y 2003). Desde chico recorría los 16 km. hasta Tierra de Campos. “Pequeño (1.65 m), renegrido,incansable, con el rostro arado por el clima y los entrenamientos, fue un atleta longevo, como longeva ha sido su vida, también una carrera de fondo. Corría a zancadas cortas, pero con gran frecuencia, algo bamboleante, expresando determinación con sus movimientos y gestos, y tratando de superar la impotencia de su falta de rush final, que le costó muchas e importantes puestos, muchas e importantes victorias”, agregó Toro.
Aquel 10.000 de Munich 72 marcó el momento cumbre de su trayectoria, batiéndose contra estrellas del nivel de Viren, Puttemans, Yifter y Shorter, y bajando los 28 minutos por primera vez (27:48.14), toda una hazaña para esos tiempos. Era la primera vez que cinco fondistas bajaban los 28m en una misma carrera y el registro de Haro se mantuvo vigente durante once años como récord nacional.
Su campaña internacional de pista tuvo un primer hito en los mencionados Iberoamericanos del 62 en el Estadio madrileño de Vallehermoso. Allí, mientras Osvaldo Suárez retenía sus coronas de 5.000 y 10.000 metros (14:31.6, 30:14.2), Haro lo escoltaba en esta distancia con 30:22.4, además de llevarse el bronce en 5.000 con 14:38.2, quedando aquí la medalla de plata para el portugués Manuel de Oliveira con 14:32.4.
Haro también le aportó a España medallas en los Juegos del Mediterráneo (bronce de 3.000 con obstáculos en 1967, subcampeón de 10.000 en 1971 y 1975).
La temporada del 72 lo vio en una gran evolución técnica, hasta desembocar en Munich. Previamente, durante el circuito europeo de verano, había conseguido sus mejores marcas personales (3:47.3 en 1.500, 7:51.6 en 3.000, ambas en el estadio Bislett en Oslo) y los 13:26.03 sobre 5.000 en Londres.
Luego de la actuación en Munich, cuando quedó a las puertas de las medallas, buscó una nueva oportunidad en Montreal 76. Allí nuevamente reinó Viren sobre 10.000 metros -retuvo el título con mayor amplitud- mientras el español fue 6° con 28:00.28.
Como citábamos, Haro tuvo una gran relación con las figuras del atletismo de fondo de la Argentina y visitó dos veces nuestro país. Amaison fue su compañero de entrenamientos y rival de competencias en sus giras europeas (1964, 1968 y 1973), siendo particularmente productiva la segunda de ellas, cuando consiguió su clasificación olímpica. El 17 de agosto del 68 en La Coruña, Amaison volvió a batir el récord sudamericano –y a establecer la mejor marca de su vida- en los 3.000 metros con obstáculos con 8:41.8, tope que iba a permanecer por casi dos décadas como plusmarca nacional. Esa carrera fue ganada por otro de los encumbrados españoles de los años 60, Javier Alvarez Salgado, con 8:36.4, Haro fue segundo con 8:37.2 y Amaison terminó tercero. Cuatro días más tarde siguieron por tierras de Galicia, esta vez en Vigo, donde Haro se adueñó de los 10 mil metros con 29:06.6, Salgado fue segundo con 29:22.0 y Amaison, otra vez tercero, con 30:19.2
Haro ya había estado en la Argentina. Poco antes, en la clásica Travesía de San Silvestre en Sao Paulo, cuando terminaba la temporada de 1964, logró el 2° puesto con 21:41, a tres segundos del belga –y flamante campeón olímpico- Gaston Roelants. Y de allí viajaron a nuestro país para el Maratón de los Barrios que la revista El Gráfico organizó en Mar del Plata, el 9 de enero de 1965.
Roelants volvió a ganar con 28:36 para un recorrido aproximado de 10 km, Haro fue su escolta con 28:55 y tercero con 29:11 quedó el japonés Koichi Tusburaya, bronce olímpico del maratón de Tokio 64 y que años después tendría un trágico final. Suárez fue el mejor entre los argentinos con su séptimo puesto, uno por delante de Cutropia, con Amaison, décimo.
Y Haro también compitió en nuestras pistas, en oportunidad del clásico torneo internacional Pierre de Coubertin, a fines de 1967. En la pista de Parque Chacabuco, logró los 5.000 metros con 14:18.6, seguido por el estadounidense Preston Davis con 14:29.4 y el flamante campeón sudamericano, el colombiano Víctor Mora con 14:38.6.